jueves, 27 de enero de 2011

ADIOS PEDRO

23 de Mayo, mes de las primeras nevadas, 1933, año de liberación.

Pedro, no te enojes tanto. No pude hacer la cena porque si me entretenía él se iba a ir y yo me iba a morir. Tenés que entenderme y perdonarme. Nunca me pasó algo igual.
Él llegó ayer, bien tempranito a la mañana, yo todavía no me había peinado y escuché que ladraban los perros, abrí la puerta de la casa y allí estaba, lleno de polvo blanco, como la ceniza que el volcán desparrama cuando se pone malo. Tenía el sombrero en la mano y me dijo.
- Buen día señora ¿Me permite descansar un momento en su galería?
No le respondí, me dijiste muchas veces que no hablara con desconocidos y ahora que tu madre murió y quedo yo sola por estas soledades tuve miedo. Pero también le tuve lástima.
- Estuve cabalgando toda la noche, señora y mi caballo está
reventado. Le suplico que me permita sentarme allí, en uno de esos sillones y dormitar aunque sea una hora. Por favor.
En ese momento se le acercó el Capitán y comenzó a olfatearlo, le
movió la cola y entonces supe que era una buena persona. Mi tata siempre me dijo que los perros saben quien es bueno quien es malo. El viento casi le arrancó el sombrero de las manos.
- Deje el caballo en el establo y puede sentarse aquí si quiere – le dije, estaba muy curiosa, había visto que tenía un maletín grande y negro y pensé que traía algo para vender.
Entré para peinarme y porque me daba vergüenza que me viera así, tan desarreglada. Puse agua para el café, cambié de mantel, saqué aquellas tazas que tu madre no me dejaba tocar y hasta el azucarero de porcelana que le dejó en herencia a tu hermana y que nunca vino a buscar. Cuando todo estuvo listo salí a buscarlo, le dije que podía lavarse la cara y las manos con agua del pozo y entré a esperarlo. Ahora que no me podés alcanzar puedo decirte la verdad ¡estaba tan contenta! Iba desayunar con compañía, eso me daba una cosquillita en el estómago.
El entró un poco sacudido pero todavía gris. El viento es tan celoso como vos y no lo dejó en paz. Me tendió la mano y me dijo - Miguel Ángel Peña, fotógrafo ambulante pa servirla.
- ¿Usté saca fotos?
- Si, las coloreo también.
Ahí me vino la idea Pedro, ese retrato de tu madre, el que está sobre el mueble
grande de la sala, es tan triste, no tiene ni un color, solo el blanco, el negro, el gris de siempre. Le hacía falta algo de vida aunque ella ya está muerta ¡Dios la tenga en la gloria! … y que no la suelte. ¡Qué cosa la valentía que me ataca cuando estoy lejos de tus puños!
Desayunamos juntos, charlando como si fuéramos amigos de toda la vida, me contó muchas historias del camino. Me parece que es un ángel caído del cielo, tan bueno. Hasta ahora no recuerdo cuanto tiempo hacía que no hablaba con otra persona, si hasta tu mama, con todo el veneno que tenía dentro, solía hablarme. No eran cosas buenas las que decía pero su voz me salvaba de volverme loca. Acá, en esta casa no hay música, no hay río cerca, no hay gente que pasa por la calle, no hay calle. Últimamente me estaba acostumbrando a hablar con el viento, no es gran compañía pero cambia de sonido según venga del sur o del norte. Todo sirve si una no quiere convertirse en piedra, muda y dura. Una vez, hasta me pareció escuchar que me hablaba, que me contaba que vos estabas en esa casa, ya sabés cual. No voy a nombrarla para salvarme de un cachetazo como el que me diste la otra noche, que me tiró de la silla. No pienso volver a verte Pedro, pero por las dudas. Hay que ser prevenida me dijiste. Ay, Pedro, antes me decías muchas cosas.
No se cuanto tiempo habremos pasado con el Miguel Ángel charlando hasta que me di cuenta de que afuera todos protestaban. Las gallinas cacareaban y las ovejas balaban que ni te cuento. Me había olvidado de ellas. Me levanté para darles de comer y él me atajó la mano - Quédese un rato más, es bueno mirarla, tiene luz en la piel y una mirada de niña buena.
De niña me trató ¿te das cuenta? No adivinó que ya tengo 19 y desde los 14 estoy contigo aquí, pa servirte.
Quise zafarme y se me resbaló el chal, entonces vio los moretones de la última paliza. No me preguntó nada pero me los acarició como si hubiera sido mi mama diciéndome sana, sana, colita de rana…
Estuvimos así largo rato y yo, para no caer en la tentación de devolverle las caricias le dije que tenía un encargo que hacerle, le hablé de la foto de tu madre y aceptó el trabajo, salió a trabajar en la galería. Puso sus cositos en una mesa, pinceles y martillitos, desarmó el marco y miró con mucha atención esa cara de amargada de tu mama.
Yo trabajé muy liviana, creo que hasta canté. Hice la comida con mucho cilantro que arranqué de la huerta, el estofado de cordero estuvo riquísimo. Después del almorzar nos acostamos, en la cama de tu mama, por supuesto.
Ahora nos vamos juntos, no me busques porque prefiero la muerte antes que volver contigo. No me llevo nada más que las pilchitas que traje cuando mi tata me vendió creyendo que sería feliz.
Adiós para siempre Pedro.

Rosita.

Casi me olvidó, te dejamos de regalo la foto de tu mama, retocada. Fijate que hasta parece contenta.

ENTREVISTA EN LA NACION



Lita Pèrez Càceres en compañìa del editor Alejandro Gatti y el escritor Victorio Suàrez.


(Entrevista publicada en La Nación, el 5.12.2010)


LITA PEREZ CACERES
“Soy romántica en el sentido de que me juego por lo que quiero”

La escritora ganó el premio Roque Gaona con su libro “Cartas de amor y otros cuentos”.


Por Milia Gayoso Manzur

Con el humor a flor de piel, la escritora Lita Pérez Cáceres “saborea” el Premio “Roque Gaona” que acaba de ganar por su libro “Cartas de amor y otros cuentos”. El certamen fue organizado por la Sociedad de Escritores del Paraguay y la familia Gaona Giardino. El galardón, dotado de 6.000.000 de Guaraníes, le será entregado mañana.

–¿Acabas de celebrar 70 años, y ahora recibís este premio? ¿No es mucha emoción en poco tiempo?
–Realmente no los celebré, porque en este país de gente joven tener 70 es ser un fósil en vías de extinción, no obstante, me alegra mucho seguir viva y productiva, con muchas ganas de seguir adelante. No es mucha emoción porque separo el tema de la edad del tema del premio y esa sí que fue una enorme alegría, un reconocimiento muy esperado. Siempre digo que todos los escritores nos sentimos como genios al comprobar que podemos crear vidas, historias, tramas y es difícil juzgar la obra de uno mismo. Por eso los premios son importantes. Para una persona bastante insegura, como yo, es una corroboración de que estoy en el buen camino.

–¿A lo largo de estos años, fuiste una buscadora de galardones?
–La verdad es que no vienen solos, uno participa porque busca un premio. La vanidad es un elemento infaltable en la personalidad de los autores.

–¿Cómo nacieron estas cartas? ¿Cuánto de realidad y cuánto  de fantasía hay en ellas?
–Nacieron porque había fallecido un cuñado mío y yo quise contar su historia, bastante peculiar. Esa fue una orden para mi subconsciente y al cabo de un tiempo tuve, completa, la primera carta: “Querido Miguel”. Se las leí a mis cuñadas y a mis nueras y como ellas se emocionaron decidí seguir con el tema. Los otros cuentos fueron surgiendo a medida que hacía mi trabajo de rutina -ellos siempre interrumpen el trabajo que considero aburrido y es como un recreo para mí comenzar a escribirlos-, los cuatro últimos los tenía ya publicados en un libro que no tuvo mucha difusión, “La Pasión”. No puedo medir la cantidad de fantasía, creo que todos partimos de la realidad, de alguna historia escuchada por ahí, o de esa voz que nos dicta lo que está dentro de nuestra mente, muy escondido y que decide salir a la luz.

AÑO POSITIVO
–¿Reivindicás las cartas, el romanticismo,  Lita?
–Por supuesto que reivindico el romanticismo, como modo de amar y como movimiento literario. Soy romántica en el sentido de que me juego por lo que quiero, no procedo con medias tintas, nunca. No soy tibia. Y si, le voy a dar un uso romántico al dinero del premio porque pienso viajar con mi marido por ahí, pasear a la luz de la luna y bajo las estrellas.

–¿Qué te parece que le sedujo al jurado de tu obra?
–Aún no pude tener acceso a las consideraciones del jurado, pero algunas informaciones me aseguraron que fue el manejo del idioma y que les fue difícil elegir porque las otras obras, que obtuvieron menciones, eran también excelentes.
–¿Cuáles son tus proyectos?
–Publicar una novela que está terminada y debo editarla -sacarle los yuyos y hacerla más entretenida. Mi otro proyecto es terminar otra novela que hace años interrumpí, es la historia de una periodista sin trabajo, joven y en la miseria. Y si aparecen por ahí algunos cuentos, los escribiré, por supuesto.

–¿Cuál es tu balance del 2010?
–Quiero decir que este 2010 ha sido un año muy positivo para mí. En marzo, dos amigas mías Maricruz Méndez Vall y Alejandra Siquot me pidieron permiso para adaptar cinco cuentos míos del libro “Cuentos del 47 y de la dictadura”, para el teatro. Lo hicieron y publicaron un libro que se titula “Cuentos de desventura para escribirles otro final”. Por el momento, y con el apoyo del Fondec, la obra se ha representado en 10 colegios de la capital y del Área Metropolitana. Luego de la escenificación se hace un taller en el que participan los alumnos con preguntas, porque ellos no saben nada de la dictadura ni del 47. El año que viene, si Dios quiere y hay mucha “merde” irá a alguna sala comercial. Y como si todo esto fuera poco, otro cuento del mismo libro fue seleccionado para integrar una antología de autores paraguayos que se publicará en Cuba y será repartida de manera gratuita a los niños cubanos ¡Oye chica, seré famosa en Cuba! Qué chévere.

HOJA DE VIDA

Nombre: Lita.
Apellidos: Pérez Cáceres.
Fecha y lugar de nacimiento: 27 de octubre de 1940, en Asunción, Paraguay.
Profesión: periodista y escritora.
Obras publicadas: “María-Magdalena-María”, “Encaje secreto”, “Amalia al amanecer” en coautoría con Mario Halley Mora, “La pasión” y “Cuentos del 47 y de la dictadura”, entre otros.
Otras publicaciones: Sus cuentos y fragmentos de novelas aparecen en antologías nacionales e internacionales.