sábado, 24 de diciembre de 2011

Navidades de mi infancia

¡Parecen tan lejanas esas navidades de mi infancia! Ahora, es en mi casa que se festeja la Navidad y el año Nuevo. Me he convertido en madre y abuela y aunque preparo el pesebre -tradicional en Paraguay- siento que no he logrado transmitir a mis hijos ese fervor, esa fe de los hogares realmente cristianos. Debe ser la influencia de mi padre, que sigue firme. Él era ateo y casi siempre estaba ausente en Nochebuena, solía explicarnos  que los periodistas no tenían los feriados de los que gozaban los otros trabajadores, pero a nosotros no nos importaba mucho. En aquellos tiempos de machismo rampante las mujeres eran las únicas responsables de acompañar a los hijos y de transmitirles las tradiciones. Mi madre cumplía con ese rol y su esfuerzo máximo consistía en preparar un sabroso pollo al horno acompañado con papas y cebollas que nosotros -los hijos mayores- nos encargábamos de llevar en una gran fuente, al horno de la panadería Atlántico, la más chic del barrio.
En nuestra casa no se preparaba arbolito de Navidad, tampoco el pesebre, creo que eso explica por que los belenes míos lleven una impronta tan bohemia y haya mamuchkas rusas al lado de tortugas de barro y otros adornos que no tienen nada que ver con ese nacimiento.
Nunca nos sentimos tristes por no cenar con nuestro padre, solo esperábamos el momento en que estaríamos libres para ir a la casa  nuestros amigos donde había decenas de parientes muy alegres y un pino artificial iluminado, con regalos al pie. Analizando esos momentos con la madurez de ahora  compruebo que nunca estuvimos en un lugar nuestro, que no pertenecíamos a ningún lugar. Eramos exiliados, de un país, de lazos familiares, exiliados de la fe.

viernes, 19 de agosto de 2011

Teresa y su marido


Semana movida

La semana del 8 al 12 de agosto y la siguiente, que está terminando fueron muy generosas y gratas para los escritores. En la primera se realizó un congreso de Literatura en el Gran Hotel del Paraguay, organizado por la Universidad del Norte y el Instituto Literario Cultural Hispano, dirigido por Juanita Arancibia, que lleva ya organizando 36 congresos de este tipo, cada año en un país diferente. Vinieron escritores de todo el continente americano desde Canadá hasta Argentina y desde Veracruz a Montevideo, también desde Europa. Se presentaron ponencias muy interesantes, hubo presentaciones de libros, se entregaron distinciones y hasta estuvo presente el vicepresidente Federico Franco con una conferencia muy amena.
El martes 16 Teresa Méndez Faith presentó su antología: Literatura Infanto Juvenil de Ayer y de Hoy, donde dio cabida a 43 autors paraguayos y más de 250 obras. Fue una verdadera fiesta esa presentación donde no faltó la música de Epifanio Méndez Fleitas, su padre.
Y como colofón de estos días placenteros para los literatos, el jueves nos reunimos en el restaurante Munich para agasajar a Teresa que estuvo muy feliz. Se lo merece, ella da visibilidad a la obra de los autores paraguayos y los interesados que desconocen todo sobre este país oculto, tienen la oportunidad, leyendo sus libros, de saber que aquí también se hace literatura, y las buenas.

domingo, 3 de julio de 2011

Cervantes trepando la cumbre de Max.

Mi vida por un gato

Tengo un cierto respeto por los mininos, de cualquier raza pero en especial por los siameses, que suelen mirar con sus ojitos rasgados, con tal desdén que me hace pensar que son la reencarnación de algún noble chino de la dinastía Ming. Hace poco leí en un blog algo muy lindo que escribió una escritora mexicana y que me motivó a enviarle un comentario del cual extracto algo. "Me ha gustado mucho tu comentario sobre los gatos y Monsivais. Soy una escritora paraguaya y te cuento que en mi país, hubo una grande de la letras, Josefina Plá, española de Canarias. Ella ha escrito poesía, cuentos, obras de teatro, cuentos para niños y ensayos miles. Josefina era una mujer culta y muy valiente - vivir en un país chiquito como el Paraguay, siendo viuda y volver a amar, es una prueba inmensa de coraje-, ella pues, la Josefina, tenía más 30 gatos merodeando en su galería externa, donde dictaba a su amanuense (dactilógrafo) todas sus creaciones. Había gatos negros, pardos, a rayas anaranjadas y también gatos a rayas grises. Había gatos blancos y manchados, todos ellos bohemios impenitentes y muy educados en las últimas corrientes literarias, pues ponían sus patitas sobre los escritos de Josefina y a veces se acostaban sobre ellos, ronroneando, satisfechos de la obra de su ama". Eso era parte de mi comentario y ahora sigo para mi blog, el marido de Josefina había sido un artista del grabado y ceramista, su nombre artístico era Julián de la Herrería y su nombre real: Andrés Campos Cervera. Y este apellido, me lleva a otro Campos Cervera, uno de nuestros máximos poetas vanguardistas Herib Campos Cervera. El tuvo como compañera de su vida a Mima Palermo Falabella, que había sido una mujer muy bella. Juntos tuvieron tres hijos y, cuando Mima, estaba en las postrimerías de su vida, la visité y me maraville al ver la cantidad de gatos que la rodeaban. De todos los colores y orígenes, los felinos se paseaban con total libertad en el dormitorio de Mima, que los amaba, los alzaba y les hablaba con mucho cariño. Una vez me dijo que los Campos Cervera se habían casado con extranjeras, yo me pregunté si a todos los Campos Cervera les gustaban las mujeres que amaban a los gatos.
Yo, como soy una escritora menor, he tenido muchos gatos, pero por turno. Ahora soy dueña de Cervantes, un gatito manco de la patita delantera derecha, es blanco, hermoso y astuto, porque sabe defenderse del ataque de un cachorro y de una perra de policía que suele enojarse con él. Como en mi casa siempre hay mayoría perruna, mis gatos suelen tener crisis de identidad y actúan como perros. Si alguien golpea ellos acuden a ver quien es y si pudiera ladrar, ladrarían, como los dos loros que también forman parte de mi pequeño zoo. En fin es un domingo muy frío y debo trasnformarme en cocinera por eso los dejo, que lo pasen bien.

viernes, 24 de junio de 2011

¿Recuerdan a Lady Di?

¿Recuerdan a Lady Di?
Ella murió no hace tanto y la recuerdo muy bien porque la vi de cerca en una de esas ocasiones únicas que nos ofrece el periodismo, como fue la de viajar a las cataratas para verla y tratar de hablar con ella.
La agencia publicitaria Turú invitó a grupo de peridositas a ir hasta Foz de Yguazú, viajamos en una van y al llegar nos alojamso en el Hotel Bourbon, en la ciudad brasileña. Un verdadero lujo. Íbamos tres o cuatro periodistas de la sección revista de cada medio escrito, fotógrafos y algún camarógrafo. Por supuesto que pasamos las 6 horas del viaje charlando como cotorras. Al día siguiente nos preparamos para verla, Maluli Vera, mi amiga que se afligía porque en su identificación decía Castalia Garbarino - era ese tipo de nombres secretos que todas la mujeres ocultamos- ella, pese a su verguenza se vistió como la Wallis Simpson con un trajecito pied de poule y salió caminando majestusoamente, ya se sentía una princesa más importnte que la Lady.
Antes de llegar a las cataratas propiamente dichas nos dieron unas clases de protocolo, impartidas por un funcionario brasileño, muy comeido él, que se ocupó de tratar de civilizar a esos plebeyos paraguayos ( nosotros).
La princesa y una dama brasileña estaban en ese balconcito frente a la caída más grande de todas las caídas. Una especie de verja baja separaba a la real princesa de los villanos fotógrafos -unos 40- que disparaban sus flashes sin detenerse, ante el mínimo gesto de Diana, quien hablaba con la brasileña como si estuvieran en una isla desierta. Ella era muy hermosa, estaba sonrojada por el sol.
Nosotros supimos que almorzaría en un hotel muy lujoso, ahí nomás a pasos de las cataratas. Fuimos y esperamos pacientemente a que saliera, para poder hacerle aunque más no sea unas preguntitas. Maluli y yo nos habíamos aproximado al mostrador de la gerencia, ella se había sacado la identificación y estaba tan elegante como una relacionista pública en un evento importante.
De pronto se corrió la voz: La princesa estaba bajando la escalera. Quedamos galvanizados, duros como estatuas de mármol. En ese momento comprobé la cancha de Diana. Caminaba con los ojos bajos, pero levantaba sus párpados ante cada funcionario del hotel y le estrechaba la mano, cuando estaba a punto de hacer lo mismo con Maluli, reaccionó, alguna voz interior le sopló que la realeza guaireña no estaba al nivel de la suya. Después corrió al vehículo que la esperaba. Yo tuve tiempo de admirar su cutis atercipleado y su rostro perfecto.
Creo que muchas veces los famosos buscan esa fama desesperadamente, sucede con los artistas, con ella también pasó. Dió datos a la prensa para tenerla como defensora ante el drama del fin de su matrimonio.
Los paparazzi que la persiguieron en su noche fatal no fueron culpables de su muerte, ella los había dejado entrar en su intimidad y pagó un precio exhorbitante por ello.

miércoles, 22 de junio de 2011

A mis amigos, los conocidos y los invisibles


Ahora, luego de dos años de publicar en este blog, por fin, leí todos los comentarios. Me siento tan feliz de saber que alguien me lee. Es algo tan misterioso esto de Inernet y agradezco que voy aprendiendo cada vez más para poder contactar con esos amigos que se toman el trabajo de leer lo qeu escribo. Es muy rico lo que dicen. Por eso, seguiré aprendiendo para responderles con mayor asiduidad. En cuanto al Santo de la guitarra, el director de la película y autor del Libro sobre Mangoré, Carlos Salcedo, me la ha ofrecido para alguna actividad que organice. Tendré que inventar algo para poder gozar nuevamente de ese trasvasamiento de sensibilidad, la de Mangoré a Salcedo. El es muy buen amigo mío y siempre me ha impresionado como esas personas tercas y persistentes qeu no cejan en sus empeños por obtener lo que desean. En este caso, conocer la vida de Barrios del derecho y del revés. Es admirable su esfuerzo, con decirles que en sus primeros años aquí en Paraguay, hizo a pie el camino inverso del que recorrió Agustín Pío Barrios, fue desde la Plaza Uruguaya hasta San Juan Bautista. Conoció a mucha gnete en esas jornadas y preguntó por Mangoré, la mayoría no lo conocía. De allí la importancia de su labor. Lo hizo vivir otra vez. Hasta pronto amigos, voy a preguntrle su correo para que se puedan comunicar con él.

Un ejemplo a seguir

Esta entrevista fue publicada por la periodista mexicana Eve Gill, en su blog La trenza d eSor Juan, me permití copiarla poque creo que todos mis colegas periodsitas deberían conocer el texto.
La periodista que adoptó a la Chechenia latinoamericana



Foto: Eve Gil
No sé si llamar “conversión” al caso de Judith Torrea, pues lo suyo parece, dicho sea con el gran respeto que amerita su abnegado ejercicio del periodismo, un apostolado más que como “una chamba”, como ella la nombra, muy a la mexicana. Una chamba por la que obtiene apenas un pago simbólico, otorgado por las personas a quienes da voz y cuidan de ella como lo que es: un maravilloso ángel guardián de un metro ochenta y dos, que si bien se encuentra tan vulnerable y expuesto a la maldad y a las balas como aquellos que la procuran, tiene la fortaleza psicológica necesaria para brindar consuelo y amistad a quienes pasan a engrosar las cifras de huérfanos, viudas o viudos. Algo más próximo a lo metafísico que al materialismo que caracteriza nuestra época de usar y tirar… como cuando dice, con esa voz aterciopelada y dulcísima, que me hace pensar más en una Florence Nightingale que en Anna Politkovskaya, por compararla con otra periodista que también adoptó a una ciudad sitiada por la ambición de otro dictador disfrazado de demócrata, Vladimir Putin en este caso. No considero descabellado decir que Ciudad Juárez es la Chechenia personal de Felipe Calderón Hinojosa:

“Cuando llegué a Juaritos, dispuesta a quedarme, pensé que podría vivir de mi trabajo como free lance, pero me encontré con la nueva de que en ningún diario o revista local aceptaban mis colaboraciones… quizá por la crisis económica imperante hasta el momento. Decidí entonces abrir un blog y vomitar ahí toda la información. Yo soy muy creyente en las fuerzas del universo, y estoy convencida de que si haces algo por genuina pasión, te cae el alimento del cielo.”


Recientemente el blog de Judith titulado “Ciudad Juárez a la sombra del narcotráfico”, ha sido acreedor a dos premios internacionales: el Ortega y Gasset de Periodismo Digital, y el BOB, Reporteros sin fronteras 2011, “algo así como el Oscar de los blogs”, me explica Judith, con la sonrisa más candorosa del mundo, “y acudiré a recogerlo a Alemania en un par de semanas”. Parte del monto del Ortega y Gasset –y pretende hacer lo mismo con el que recibirá próximamente- lo ha donado a Casa Amiga, creada por su querida amiga Esther Chávez Cano, fallecida el 25 de diciembre de 2009, para apoyar a los padres y madres de mujeres desaparecidas o asesinadas, y que amaba a Juaritos tanto como la propia Judith. A Esther no la doblegaron las balas, como a la mayoría de los luchadores en pro de los derechos humanos, sino un cáncer: “El día de Navidad –escribe Judith en la entrada de su blog con fecha de la muerte de su querida amiga: Navidad, que de ninguna manera equivale a tregua para quienes han sembrado el terror en aquella ciudad- a las 6:00 de la mañana murió (Esther) en su hogar de Ciudad de Juárez. Hacía tres días que no hablaba. Sólo respiraba (…) En lugar de llorar me siento fuerte, y de hecho he comenzado a avisar a varias de sus amigas, desde Eve Ensler hasta Lydia Cacho o la señora Villagrana, que volvió a sonreír gracias a Casa Amiga, después de haber sufrido la agonía de esperar alguna noticia de su hija de 15 años y recibir un cráneo como única respuesta de las autoridades.” (p.p 43 y 44).

Resulta difícil de imaginar que todo este tiempo, Judith haya buscado una puerta de salida al glamur que caracteriza la vida de una periodista de espectáculos en Nueva York, y que entre cuyos “privilegios”, según lo narra ella misma en su hasta ahora único libro, Juárez en la sombra, Crónicas de una ciudad que se resiste a morir (Aguilar, México, 2011), que no es sino la recopilación de las entradas de su blog premiado, se cuenta acceder a las más sofisticadas drogas en la más fastuosa comodidad de palacios de magnates de toda laya. “¿Tienes una idea de cuantos mexicanos pobres-pobres tienen que morir para que tú te atiborres de eso?”, los increpaba Judith, sin poderlo evitar. En el libro se lee cual era la respuesta del reclamo lloroso de la periodista: “¡Judith, Judith! No hablemos de cosas serias. ¡Brindemos por México!” (p. 20).


“Yo cubrí por nueve años espectáculos en Nueva York, y durante otros cuatro cubrí la política del alcalde de aquella ciudad, Michael Bloomberg –señala Judith- Pero hace 14 años, cuando pisé Ciudad Juárez por casualidad para pasar a Austin Texas a disfrutar de un año sabático, me quedé fascinada con aquella región de México. Al grado de considerar cambiar de planes. Al regresar a mi trabajo, solicité quedarme a cubrir la frontera con México. Ya para entonces estaba crítica la situación: los asesinatos de chicas pobres y bellas eran parte de la cotidianidad de aquella ciudad, pero yo quería estar allá no solo por instinto periodístico… también, y sobre todo, porque es muy fácil encariñarse con su gente.”

¿Cómo es posible, se pregunta Judith impotente, llorosa, que Ciudad Juárez haga frontera con la segunda ciudad más segura de los Estados Unidos que es El Paso, Texas? ¿A costa de qué es tan segura?


Judith Torrea es la clase de mujer que uno NO imaginaría viviendo en Ciudad Juárez, de manera no solo voluntaria sino voluntariosa, rentando una modesta habitación con apenas lo necesario para subsistir. Resulta demasiado evidente que ha sido extraída de un ámbito de exquisitos modales y ropa de diseñador; tiene incluso el físico de una modelo de alta costura con su espigada silueta de un metro ochenta y dos (su sola estatura causó sensación entre la prensa del DF) y su larga cabellera de un rubio cenizo, cayéndole en gruesas guedejas sobre los hombros. Y si por ahora no trae puesto un traje de diseñador, hace que la mascada surgida de la mano de indígenas de la región de Chihuahua que tan amorosamente la arropa, luzca en ella como una prenda adquirida en alguno de los grandes almacenes de la Quinta Avenida. Labios impecablemente pintados de rojo. Casi nada de maquillaje en los ojos más bien pequeños en comparación con su sonrisa tipo Julia Roberts. Intento imaginarla confundida entre el caos de gente que se forma con cada asesinato perpetrado en Ciudad Juárez, casi siempre ejecuciones públicas como en tiempos de la Revolución…o del Circo Romano… pues a diferencia de los fusilamientos, estas ejecuciones –mucho más comunes por la tarde que en la madrugada- no tienen lugar para darle una lección al resto de la población, sino para perpetuar el terror al que, aunque parezca mentira, empiezan a habituarse los habitantes de aquella ciudad, la herida sangrante no solo de los mexicanos, sino para cualquier ciudadano pensante del mundo como la propia Judith. Todo allí, según nos los describe Judith, está dispuesto para mantener en vilo a los habitantes que a diferencia de las guerras “decentes”, por llamarles de algún modo, no tienen derecho a tregua ni a ser prevenidos en caso de bombardeo. Lo único que pudiera considerarse una especie de aviso, pero no incluye ninguna clase de advertencia respecto al momento y el lugar en que se suscitarán los hechos, son los narcocorridos que interrumpen fugazmente las señales de radio.

Según declaró Judith para el diario Milenio el 6 de junio de 2011: ““Yo no estoy casada, no tengo pareja, no tengo hijos, no tengo que estar ganando dinero porque le tenga que dar de comer a alguien, y estoy más libre que otras personas. Bueno, hay que hacer realmente lo que uno debe de hacer en un determinado momento de la vida. Yo en ese punto me sentía muy libre. Valoro mucho a mis compañeros que hacen diferentes tipos de periodismo, y que a veces quisieran hacer otro tipo de periodismo, pero no lo hacen porque no pueden arriesgar a sus familias, porque además no pueden ser free lance porque necesitan un sueldo fijo.”



En su libro relata, respecto a que los periodistas siempre llegan antes que los policías al lugar del crimen: “Un colega se acerca y me dice que tuve suerte. A él le han puesto un arma en seis ocasiones en estos últimos dos años. Una vez pensó que era el final. Y siguió haciendo su chamba hasta el fin de su turno. Porque quiere seguir creyendo lo que le enseñaron que era su deber como periodista: en que si no se cuentan estas historias habrá más horror. Impune. Tiene dos hijos.” (Sábado 27 de febrero de 2010, p. 76)

“Yo me di cuenta de que mi pasión es el periodismo, y que en ese momento necesitaba contar las historias de Juárez-continúa Judith-. Entonces fue cuando me regresé de free lance, y pensaba que iba a ser más fácil. No lo fue, pero siempre pienso en lo que me han enseñado los habitantes de Ciudad Juárez: que la adversidad hay que convertirla en fortaleza. Y que luego, si tú haces las cosas con pasión, con amor y con respeto al otro, pues las cosas van a venir de manera positiva.”

Esta mujer de origen vasco, que podría detentar cualquier edad y sin embargo confiesa alegremente sus 39 años, nació un 2 de julio en un poblado al norte de Navarra, España y se crió con sus abuelos en un pueblito de apenas 37 casas. El abuelo era invidente a consecuencia de un disparo que recibió en la cabeza durante la guerra civil española, aunque una de las cosas que más admiraba Judith de él era que no parecía ciego y se movía con desenvoltura y gracia en todas partes: un poco como la propia Judith en medio de ese campo minado que es Juaritos. A través de este abuelo, que era fanático de todo lo mexicano, heredó la periodista su amor y curiosidad por aquel remoto país…por su música -mis grandes pasiones son la ópera y la música norteña-, y por sus escritores. Juan Rulfo ha sido decisivo en su existencia, y aunque no lo menciona es muy probable que Ciudad Juárez, cuyo destino inminente parece quedar reducida a fantasmas, le remita al Comala poblado de almas en pena que acarrean tras de sí muertes violentas.

Pero ni siquiera la ficción basta para preparar a un ser humano para ser testigo de los horrores que ella ha presenciado y consignado debidamente en su blog, y del que se desprende el estrujante libro de crónicas Juárez en la sombra, donde queda constancia de que la violencia se disparó por las nubes con el inicio de la pomposamente llamada “Guerra contra el narcotráfico” que más bien parece guerra contra los ciudadanos juarenses.

En el prólogo de Juárez en la sombra, titulado “La mujer con la esperanza entre los dientes”, el escritor Juan Cruz, miembro del jurado del Ortega y Gasset, recuerda: “Lo primero que escuché de Judith Torrea fue un grito. Acababa de ganar el Ortega y Gasset de Periodismo y a mí me había tocado darle la noticia. Ella gritó de júbilo. Venía de otros gritos, venía de callar la esperanza, de gritarla, de comunicarla, en medio de la sangre y del dolor. A ella habría que atribuirle la hermosa frase que una vez escribió Ernest Hemingway para que la divulgara luego, con tanto éxito, Alfredo Bryce Echenique: “Conoció la angustia y el dolor pero nunca estuvo triste una mañana.”

Pero además de ser autora del blog más visitado del mundo, Judith ha colaborado para diversos medios como el diario El país de su natal España, Le Monde Diplomatique de Francia, la agencia EFE y la revista Letras libres. Tiene el dudoso honor de haber sido la primera periodista española en presenciar en directo la ejecución de un condenado a muerte, mientras trabajaba como reportera para el capitolio en Texas.

Y si bien el libro es magnífico, Judith Torrea lo considera, más que una obra literaria o periodística, un grito de auxilio. Empecemos por decir que no es políticamente correcto, porque desmiente de manera tajante que los muertos, sin excepción, hayan tenido relación con el crimen organizado (y aunque la tuvieran: son vidas humanas las que se juegan). Y he ahí la parte más escalofriante del asunto: cualquier ciudadano es susceptible de ser asesinado en cualquier momento, ya sea porque quedó atrapado en lo que llaman “fuego cruzado”… o porque se rehusó a pagar una cuota a los policías federales para mantener funcionando su negocio…o simplemente fue objeto de una equivocación o de un vulgar ajuste de cuentas que nada tenía que ver con las drogas… O porque sí. Y cada una de esas muertes quedará impune porque no significan nada para el gobierno. A lo largo de las entradas del blog de Judith, consignadas en el libro, vamos advirtiendo, no sin desesperación, como varios de sus amigos y conocidos van desapareciendo paulatinamente de escena…y no por estar involucrados con el crimen organizado, sino por el simple hecho de estar vivos. Ahora la vida social no transcurre en las plazas públicas, sino en los cementerios. Es ahí donde se han refugiado los vendedores ambulantes que siempre encontrarán clientela para sus chicharrones con chile y sus dulces entre los asistentes a los entierros que se efectúan a diario, y donde los féretros son cada vez más numerosos… y pequeños. Se lee en la página 114 (entrada del Jueves 5 de agosto de 2010):

“Lo que se mata es todo. El presente y el futuro. Las personas. La salud mental. La libertad de prensa. La libertad de ir a la chamba, a la escuela, al centro comercial, sin peligro de ser asesinado.

Lo que se mata cada día es la democracia. No la encuentro. No la veo. Se ha perdido entre tanta impunidad anunciada desde el comienzo de los feminicidios hace 18 años. Ahora agudizada con esta llamada guerra contra el narco y la lucha del Cártel de Sinaloa por controlar la principal plaza del paso de drogas hacia Estados Unidos del Cártel de Juárez. En una ciudad militarizada (…) Los únicos lugares donde se ve gente en la calle son los cementerios.

(…) Juárez está fuera de control. Más que nunca. Y cada vez más lejos de la fantástica Ciudad de México, lejana y no sólo en distancia (unas tres horas y media en avión y 20 en automóvil), sino también en la realidad de vivir bajo el peligro de muerte constante.



Foto: Eve Gil
Judith ha dicho en más de una ocasión que lo que más ama de Ciudad Juárez es su gente, y me lo repite con una amplia sonrisa que no parece propia de la mujer que ha presenciado un horror peor que la guerra…porque hasta las guerras tienen reglas, y aquí no las hay: “La gente de Juárez siempre me ha brindado su mejor sonrisa…siempre están allí para darme ánimos. Es increíble. Acabándoles de matar al vecino, al amigo… ¡al hijo!... ¡ahí están, preocupados por mi bienestar! En Juárez aprendí, entre otras cosas, a valorar la vida y a disfrutar intensamente cada minuto, por respeto a los que ya no pueden porque les ha sido arrebatado ese derecho fundamental. Nunca dejará de sorprenderme que conserven esa alegría de vivir…que todavía sonrían.”

“Acabo de regresar de unas vacaciones en mi país natal –España- donde todo son caras largas, malos modos y rezongos por lo del desempleo… ¡y no lo puedo creer! Eso no es nada comparado con lo que sucede en Ciudad Juárez. En Juaritos ninguna de las personas con las que hablo cotidiana está segura de estar viva al día siguiente. Y sin embargo conversan, cantan, bailan…

Judith Torrea, nuestra Anna Politkovskaya –a quien sin embargo le deseamos un futuro mucho más prometedor y, sobretodo, extenso: Judith tiene que llegar a vieja, tiene que llegar- no tiene en mente ningún libro, ninguna novela: solo su blog. Continuar dándole voz a la gente de su Juaritos del alma y, sobre todo, entrenar a ciudadanos de a pie para que a estos, a su vez, abran otros tantos blogs con sus propias experiencias y su grito se convierta en uno solo que traspase las fronteras y realice el milagro de retornar esta maravillosa ciudad a su bullicioso esplendor.

Entra el blog de Judith Torrea, Ciudad Juárez a la sombra del narcotráfico

domingo, 27 de marzo de 2011

Mi abuela Amparo y mi tía abuela Sara.

Fotos de familia

En mi familia, mis hermanos y yo, peleamos por las fotos. Hubo, hace más de 50 años, una gran pelea por la posesión del Albúm Grafico del Paraguay publicado por Arsenio López Decoud, heredado por mi madre de su abuela, que la crió como hija. Las tías de mi madre, muy autoritarias y creyéndose con más derechos, vinieron a nuestra casa a invocarlo y a pedir tan importante tesoro. Allí estaba la fotografía de mi tía Sara, como una de las señoritas de la sociedad asuncena. Mi padre se puso firme y el album quedó en casa, luego desapareció en una de las tantas mudanzas de los Pérez Cáceres que vivían como los caracoles, a cuestas con sus bultos y mudándose siempre. Hoy, con los adelantos que hay, scanee unas fotos de mis padres, las guardé en varios CDs y las entregué a mis hermanos y hermanas, pero quisieron los originales. Por supuesto que no se los dí, soy la hermana mayor y la heredera de ese tesoro donde abundan los daguerrotipos. En uno de ellos aparece Juan E. O¨Leary, con otros mozalbetes de la época, entre ellos mi tatarabuelo, Clemente Báez. Dentro de una década o de dos, estoy segura de que no estaré aquí y se que mi hijo Luis Fernando se hará cargo de las fotografías. Ayer me llamó por teléfono para preguntarme datos de nuestros antepasados. Debo aclarar que de nuestro árbol solo conozco una rama, pero igual, aunque sea eso solo, es un dato importante para reforzar la identidad.

domingo, 6 de marzo de 2011

Fotos de Ana Belén Cabral

CASAS TRISTES, SUEGRAS Y FANTASMAS

Viajando en ómnibus uno aprende mucho y se puede disfrutar del paisaje que ofrecen los barrios que se van atravesando. Algunas parecen ser casas tristes, de color gris descolorido, invadidas sus paredes por manchas de humedad, con puertas que fueron elegantes y ahora se muestran deslucidas, desvencijadas, con los buzones como bocas desdentadas, sin pizca de lustre. En esas residencias abandonadas, en el centro de la ciudad, ha crecido el guapoy, buscando el sol desde cualquier grieta, sus muros muestran restos encimados de fotos de políticos sonriendo. Los que viven allí deben ser muy pobres, muy viejos, muy desesperanzados.
Pero hay otras, otras casas, viejas también, pero bien pintadas, con colores ardientes como indicando que sus habitantes están muy vivos. Verdes y anaranjados, ocres y hasta azules fuertes, todo el arco iris inspiró a sus moradores para pintar sus frentes sobre avenidas que fueron elegantes y ahora son comerciales. Las hay también combinadas, con las molduras blancas resaltando sobre el color de fondo.
Pero todas las casas viejas, las renovadas y las destartaladas, todas tienen fantasmas. Ellos se sientan en las galerías y ríen y charlan en las noches de verano, los nuevos dueños no los escuchan por el aire acondicionado. Son fantasmas bromistas, cambian las cosas de lugar y en un tesapirí el ama de casa pierde sus agujas de crochet para encontrarlas luego sobre la heladera o hacen desaparecer un lado del par de medias del hombre de la casa porque usan esa media como cartera cuando bailan en carnaval.
En una de esas viviendas de estilo italianizante, con las habitaciones corridas, una detrás de otra, frente a un patio tan largo como la vida, vive una recién casada. Está preocupada porque vendrá su suegra a revisar los cambios que la joven hizo. La casa es de la señora mayor que la cedió para el hijo, único heredero, el hermoso príncipe mimado e inmaduro que se casado con esa alocada.
- Aurorita escondiste bien los pedazos de la plantera, si mi suegra se entera de que
se rompió es capaz de echarme de aquí? ¿Pusiste el helecho en un balde con agua? ¿Dónde? Ah… no creo que llegue hasta el segundo patio, voy a tratar de entretenerla aquí.
Lo que la joven desposada ignora es que fueron los fantasmas quienes rompieron la maceta con el helecho serrucho, estuvieron jugando y ¡zas!, dejaron tiradas algunas ramas y tierra, pero ella, cabecita loca, pensó que fueron gatos vagabundos. Se alegró mucho porque era tan grande y tan gastado ese tiesto que, enseguida pensó en cambiarlo por un ánfora de barro bien decorada, uno de los regalos de la boda.
Ha entrado ya la inspectora que mira todo con detenimiento ¿Qué pasó con la plantera y el helecho?
- Ah, mandé a arreglarla y a pintarla, estaba un poco roída por el tiempo y muy llena, le dije al jardinero que haga varias plantas para que luzca más con menos.
- Y…?
- Abundio se la llevó a su casa, allá tiene todo lo necesario, me la va a dejar como nueva.
- Es una plantera muy valiosa, era de mi abuela y tiene patas como garras de león, ya no se consiguen de esa clase. Una verdadera antigüedad.
- Si, si, claro…
La inspectora sigue mirando todo, no hay mota de polvo que escape a sus ojos aquilinos. ¿Y el cuadrito de cerámica, ese que decía Bienvenidos a…?
- Ay, tengo que decirte la verdad, Aurorita lo rompió cuando estaba limpiando el techo con escoba larga. Voy a tratar de conseguirte uno igual, creo que en Areguá hay. (Que no entre a la sala, mi Dios, que no entre, va a preguntar por el mantón)
- Hace mucho calor acá ¿porque no me invitás a entrar a la sala?
- Pero por favor, doña Digna, esta casa es suya, pase, es que soy muy desatenta.

Los fantasmas tuvieron piedad de la recién casada y devolvieron el mantón de Manila, orgullo de la suegra, lo colocaron sobre el piano. Al abrir las persianas de la habitación que había estado a oscuras, las dos mujeres vieron esa tela brillante, llena de flores y se sintieron calmadas, embellecidas.
- Siéntese doña Digna, voy a encender el ventilador y a pedirle a Aurorita que nos sirva el te acá, este sitio es más fresco.
- ¡Claro que si! – la anciana hasta sonríe - ¿no tenés ninguna novedad para contarme?
- Estoy con un retraso de quince días… pero todavía no fui al médico.
- ¡Gracias Virgen María Auxiliadora! Antes de morir voy a recibir a mi nieto – las lágrimas salen, humanizando a esa mujer que parecía tan dura – es mi sueño, voy a ayudarte en todo, contá conmigo, mi hija.
- Gracias, doña Digna – la futura mamá la abraza y siente nacer una cariño hacia su rival, la omnipotente madre de su marido – muchas gracias.
En las penumbras, los fantasmas también están emocionados, otra vez habrá un niño en esa casa, otra vez podrán jugar con sus juguetes.

domingo, 27 de febrero de 2011

Mi nietita Gabriela

la literatura y la comunicación

Como todo cambia en el mundo, la imegen que tiene alguna gente sobre los escritores también debe cambiar. Ya no somos unos serios y ausentes señores que vivían encerrados en sus torres de marfil o, en el caso de escritores pobres, acostados sobre montones de paja, en un cuarto mísero, escribiendo a la luz de una vela. Estamos en el siglo 21 y hasta las mujeres escribimos, cosa e`no creer -diría Mendieta- el perro filósofo de Inodoro Pereira. Además, existe un detalle que es común en esta ciudad y en este país, muchos escritores y escritoras son también periodistas, no quiero nombrar solo algunos porque el resto -cuyos nombres me puedo olvidar- me odiará per secula seculorum. Y se sabe que el periodista maneja la comunicación, somos comunicativos, muy comunicativos.
Por eso me asombran las advertencias de que en el correo común a todos, de la Sociedad de Escritores del Paraguay, la gente tema comunicar lo que piensa por temor a que se cierre ese canalpor medio del cual nos enteramos de muchas cosas útiles y también frívolas.
Por favor, señores o señoras que dominan y tiene el poder de Hi-Man para cerrar el correo de la SEP-PY, no lo hagan. Los autores somos seres humanos, queremos hablar de nuestras emociones, de nuestros logros, queremos contarnso chistes, hablar de algo más personal y no solo enviar noticias de concursos. Nadie me dijo que me qeuje, pero estoy segura de que los periodistas escritores derramarán lágrimas sobre sus teclados si esa amenaza se efectiviza. Les ruego qeu no sean ratas crueles.

miércoles, 23 de febrero de 2011

MOMENTOS PARA RECORDAR I





Tres imàgenes, tres recuerdos. Con Rosalìa Ciccioli y Milia Gayoso Manzur, en Buenos Aires. (En el Cafè de la Paz, en el colectivo y en la Estación del Subte)

viernes, 18 de febrero de 2011

Humberto for ever

Los que acostumbramos a escuchar la radio desde tempranito, la,mayoría tenemos un hábito dífil de abandonar: escuchar radio Ñandutí. Allí el dúo dinámico de Humberto y su coequiper, el inefable Mono Farina, se ingenian para decir noticias no muy compometedoras y comentar la realidad con dósis de humor. Hay otras emisoras que también tienen ese ingrediente: el humor, como la Monumental, pero Humberto es inigualable. Ahora anda equivocándose mucho y es terco, pero no lo dejamos solo, es como si fuera de nuestra fmilia, lo retamos desde nuestras casas pero no cambiamos el dial. Yo, principalmente quiero saber qué hacen Churchill y su hijo Tony Blair, saber cómo anda el bosque que Humberto ha creado y muchas cosas más que nos importan como integrantes de la gran familia ñandutiense. Por eso, porque es la elección primera y cuando se va de vacaciones lo extrañamos mucho, es que quiero dejar este testimonio de afecto hacia un maestro como él. No importa que no sepa manejar el chirimbolo ese -como dice él- para leer este blog, se que entre quienes lo lean (una minoría selecta) habrá alguien qeu piensa como yo.

martes, 15 de febrero de 2011

UN TEMA ESCATOLOGICO


Quiero hablar hoy de un tema escatológico, como es el baño de los ómnibus de larga distancia, pero antes los pondré en situación. Los paraguayos somos, generalmente, mansos. Nos cuesta reaccionar cuando alguien nos está avasallando y esa actitud de dejarse abusar por otros se ve todos los días. Esta mañana, sin ir más lejos, estaba en un sitio donde había que esperar turno, cada persona que entraba tomaba obedientemente un número, se sentaba y esperaba que llamasen ese número. De pronto entra una joven que se dirige raudamente hasta la ventanilla donde atendían. Un personal le advirtió que debía sacar un número y aguardar, pero ella fue otra vez a la ventanilla y empezó a preguntar algo a la chica que atendía.
Como me crié en Buenos Aires y se respetar los turnos, protesté, había sido que todos los presentes estaban de acuerdo conmigo,ni uno solo se quejó. Todos permiten que le roben tiempo, como eso fuera un tesoro inagotable.
Pero lo del baño es otro cantar. Según los reglametnos del trasnporte, los buses que recorren largas distancias tienen baños. Pero en los buses paraguayos, al subir, el azafato o azafata anuncia "El baño solo es para el número 1, si tienen necesidad de hacer el nº 2 deben avisar al chofer". Eso me llamó la atención y me fijé que nadie decía nada, incluso había personas con niños que son impredecibles, pero siguieron calladas.
Como una detective estuve averiguando y supe que en las empresas argentinas o de otros países, el baño es para el 1 y el 2. Entonces, si nuestros buses paraguayos entran en otros países porqué esa prohibición para los pasajeros? Porque los propietarios de empresas paraguayas no quieren gastar en el producto químico que necesitan los toilets. Y el pasajero que se joda. Utilizo este término porque es el más gráfico. Son unos aprovechadors, los empresarios, cobran como si viajáramos en buses del primer mundo pero tenemos que aguantar 19 horas para ahorrarles el precio del químico.
Ojo, nadie alza su voz de protesta por ese abuso. Los paraguayos somos sufridos, buenitos y estreñidos.

domingo, 6 de febrero de 2011

HAGAMOS EL AMOR Y EL BOICOT

(Oleo de Ysanne Gayet)



Escuchando el program de radio CASA ABIERTA, me enteré que en muchos supermercados no dan trabajo a mujeres embarazadas. Para evitar equivocaciones, además de las solcitudes que deben llenar nuestras congéneres para ser admitidas, también tienen que someterse a un análisis que les asegura a los patrones que no están embarazadas. Si se embaraza despùés y se les nota, la echan, pese a que eso va contra la ley.
También las prefieren solteras, sin hijos y si tienen hijos, que no sean muy chicos porque tendrían que faltar para cuidarlos si se enferman. Otro dato que tienen muy en cuenta es la dirección, la futura explotada no debe residir en los suburubios muy lejanos, porque perderá mucho tiempo en llegar y eso significa pérdidas para el dueño o dueña del súper.
Hechos como éstos son una flagrante violación a nuestros derechos y una discriminación tan evidente que tendría que ser castigada con todo el peso de la ley. La pena es que pocas se animan a denunciarlos, está tan pauperizda la ocupación laborar, que mujeres y hombres prefeiren aguantar. Yo propongo a la Secretaría de la Mujer que de a concoer los nombres de esos comercios para que nunca más compremos en ellos. Hagamos el boicot a esos negreros. Y el amor con nuestras parejas, que tener hijos es una bendición.

viernes, 4 de febrero de 2011

La calle Caballero

La calle con nombre de prócer despierta lentamente, de acuerdo a la actividad de los comerciantes que la habitan. Los primeros en llegar son los cuidacoches, vienen animosos, comentando algún partido de fútbol que vieron la noche anterior, en el comedor de Olguita. Siempre hay alguna jugada dudosa, un réferi maldito y hasta una pedrada que deja una víctima inerte en el campo de juego.
Luego abre la Librería
y su contiguo negocio de papel, los empleados acuden con cara de haber dormido poco y de haber recorrido kilómetros de suburbio para estar en Caballero casi Mariscal Estigarribia a las 8 en punto, como los ingleses de América del Sur.
La morocha vendedora de frutas y de yuyos, Lili la exuberante, vende sus productos y cuenta historias. Sus clientes escuchan con atención mientras eligen las manzanas, los duraznos y algunos choclos.
El espeluznante caso del alemán que degolló a su pareja y la descuartizó, es el relato preferido de los cuidacoches, porque Lili la sabia, le agrega detalles escabrosos todos los días “La encontró leyendo un mensaje de amor en su celu…” dice el lunes. El martes cuenta “El ya sospechaba algo, porque ella se bañaba todos los días – a don Otto eso no le gustaba, la prefería sin bañarse- después se perfumaba y salía, le decía que iba a la farmacia”.
Para el viernes la imaginación de Lili le dictaba “El muchacho de la farmacia le había dado a ella un veneno que no deja huellas y dice que la chica se lo ponía en un te que don Otto tomaba después de cenar. Pero era muy lento porque él la mató primero…”
- Llevá patronita este ajenjo, especial es para la desintoxicación, eso tomaba mucho don Otto y yo digo que eso lo que le salvó.
Nadie critica a Lili, cada uno hace el marketing que puede o que sabe.
La quinielera llega pasadas las 9, retira su mesita, su silla, el libro de los sueños y va hasta la esquina de Mariscal Estigarribia, allí atiende a sus clientes. Una de sus preferidas es Gisela, la brasileña que vende artesanía a los turistas, cada vez que sueña con un animal juega mucha plata al número de esa bestia.
Los coches de turismo, llenos de hombres y mujeres de vacaciones, hacen su aparición cerca del mediodía. El vendedor de lentes ahumados y películas porno, les vende todo con sonrisas melifluas. Los hombres maduros, en bermudas con cinturones para atajar la panza, ojotas y sombreros, alzan los bolsones. Sus mujeres quieren salir de compras ¡ya!
Ninguno de ellos conoce las historias de la calle Caballero.

jueves, 27 de enero de 2011

ADIOS PEDRO

23 de Mayo, mes de las primeras nevadas, 1933, año de liberación.

Pedro, no te enojes tanto. No pude hacer la cena porque si me entretenía él se iba a ir y yo me iba a morir. Tenés que entenderme y perdonarme. Nunca me pasó algo igual.
Él llegó ayer, bien tempranito a la mañana, yo todavía no me había peinado y escuché que ladraban los perros, abrí la puerta de la casa y allí estaba, lleno de polvo blanco, como la ceniza que el volcán desparrama cuando se pone malo. Tenía el sombrero en la mano y me dijo.
- Buen día señora ¿Me permite descansar un momento en su galería?
No le respondí, me dijiste muchas veces que no hablara con desconocidos y ahora que tu madre murió y quedo yo sola por estas soledades tuve miedo. Pero también le tuve lástima.
- Estuve cabalgando toda la noche, señora y mi caballo está
reventado. Le suplico que me permita sentarme allí, en uno de esos sillones y dormitar aunque sea una hora. Por favor.
En ese momento se le acercó el Capitán y comenzó a olfatearlo, le
movió la cola y entonces supe que era una buena persona. Mi tata siempre me dijo que los perros saben quien es bueno quien es malo. El viento casi le arrancó el sombrero de las manos.
- Deje el caballo en el establo y puede sentarse aquí si quiere – le dije, estaba muy curiosa, había visto que tenía un maletín grande y negro y pensé que traía algo para vender.
Entré para peinarme y porque me daba vergüenza que me viera así, tan desarreglada. Puse agua para el café, cambié de mantel, saqué aquellas tazas que tu madre no me dejaba tocar y hasta el azucarero de porcelana que le dejó en herencia a tu hermana y que nunca vino a buscar. Cuando todo estuvo listo salí a buscarlo, le dije que podía lavarse la cara y las manos con agua del pozo y entré a esperarlo. Ahora que no me podés alcanzar puedo decirte la verdad ¡estaba tan contenta! Iba desayunar con compañía, eso me daba una cosquillita en el estómago.
El entró un poco sacudido pero todavía gris. El viento es tan celoso como vos y no lo dejó en paz. Me tendió la mano y me dijo - Miguel Ángel Peña, fotógrafo ambulante pa servirla.
- ¿Usté saca fotos?
- Si, las coloreo también.
Ahí me vino la idea Pedro, ese retrato de tu madre, el que está sobre el mueble
grande de la sala, es tan triste, no tiene ni un color, solo el blanco, el negro, el gris de siempre. Le hacía falta algo de vida aunque ella ya está muerta ¡Dios la tenga en la gloria! … y que no la suelte. ¡Qué cosa la valentía que me ataca cuando estoy lejos de tus puños!
Desayunamos juntos, charlando como si fuéramos amigos de toda la vida, me contó muchas historias del camino. Me parece que es un ángel caído del cielo, tan bueno. Hasta ahora no recuerdo cuanto tiempo hacía que no hablaba con otra persona, si hasta tu mama, con todo el veneno que tenía dentro, solía hablarme. No eran cosas buenas las que decía pero su voz me salvaba de volverme loca. Acá, en esta casa no hay música, no hay río cerca, no hay gente que pasa por la calle, no hay calle. Últimamente me estaba acostumbrando a hablar con el viento, no es gran compañía pero cambia de sonido según venga del sur o del norte. Todo sirve si una no quiere convertirse en piedra, muda y dura. Una vez, hasta me pareció escuchar que me hablaba, que me contaba que vos estabas en esa casa, ya sabés cual. No voy a nombrarla para salvarme de un cachetazo como el que me diste la otra noche, que me tiró de la silla. No pienso volver a verte Pedro, pero por las dudas. Hay que ser prevenida me dijiste. Ay, Pedro, antes me decías muchas cosas.
No se cuanto tiempo habremos pasado con el Miguel Ángel charlando hasta que me di cuenta de que afuera todos protestaban. Las gallinas cacareaban y las ovejas balaban que ni te cuento. Me había olvidado de ellas. Me levanté para darles de comer y él me atajó la mano - Quédese un rato más, es bueno mirarla, tiene luz en la piel y una mirada de niña buena.
De niña me trató ¿te das cuenta? No adivinó que ya tengo 19 y desde los 14 estoy contigo aquí, pa servirte.
Quise zafarme y se me resbaló el chal, entonces vio los moretones de la última paliza. No me preguntó nada pero me los acarició como si hubiera sido mi mama diciéndome sana, sana, colita de rana…
Estuvimos así largo rato y yo, para no caer en la tentación de devolverle las caricias le dije que tenía un encargo que hacerle, le hablé de la foto de tu madre y aceptó el trabajo, salió a trabajar en la galería. Puso sus cositos en una mesa, pinceles y martillitos, desarmó el marco y miró con mucha atención esa cara de amargada de tu mama.
Yo trabajé muy liviana, creo que hasta canté. Hice la comida con mucho cilantro que arranqué de la huerta, el estofado de cordero estuvo riquísimo. Después del almorzar nos acostamos, en la cama de tu mama, por supuesto.
Ahora nos vamos juntos, no me busques porque prefiero la muerte antes que volver contigo. No me llevo nada más que las pilchitas que traje cuando mi tata me vendió creyendo que sería feliz.
Adiós para siempre Pedro.

Rosita.

Casi me olvidó, te dejamos de regalo la foto de tu mama, retocada. Fijate que hasta parece contenta.

ENTREVISTA EN LA NACION



Lita Pèrez Càceres en compañìa del editor Alejandro Gatti y el escritor Victorio Suàrez.


(Entrevista publicada en La Nación, el 5.12.2010)


LITA PEREZ CACERES
“Soy romántica en el sentido de que me juego por lo que quiero”

La escritora ganó el premio Roque Gaona con su libro “Cartas de amor y otros cuentos”.


Por Milia Gayoso Manzur

Con el humor a flor de piel, la escritora Lita Pérez Cáceres “saborea” el Premio “Roque Gaona” que acaba de ganar por su libro “Cartas de amor y otros cuentos”. El certamen fue organizado por la Sociedad de Escritores del Paraguay y la familia Gaona Giardino. El galardón, dotado de 6.000.000 de Guaraníes, le será entregado mañana.

–¿Acabas de celebrar 70 años, y ahora recibís este premio? ¿No es mucha emoción en poco tiempo?
–Realmente no los celebré, porque en este país de gente joven tener 70 es ser un fósil en vías de extinción, no obstante, me alegra mucho seguir viva y productiva, con muchas ganas de seguir adelante. No es mucha emoción porque separo el tema de la edad del tema del premio y esa sí que fue una enorme alegría, un reconocimiento muy esperado. Siempre digo que todos los escritores nos sentimos como genios al comprobar que podemos crear vidas, historias, tramas y es difícil juzgar la obra de uno mismo. Por eso los premios son importantes. Para una persona bastante insegura, como yo, es una corroboración de que estoy en el buen camino.

–¿A lo largo de estos años, fuiste una buscadora de galardones?
–La verdad es que no vienen solos, uno participa porque busca un premio. La vanidad es un elemento infaltable en la personalidad de los autores.

–¿Cómo nacieron estas cartas? ¿Cuánto de realidad y cuánto  de fantasía hay en ellas?
–Nacieron porque había fallecido un cuñado mío y yo quise contar su historia, bastante peculiar. Esa fue una orden para mi subconsciente y al cabo de un tiempo tuve, completa, la primera carta: “Querido Miguel”. Se las leí a mis cuñadas y a mis nueras y como ellas se emocionaron decidí seguir con el tema. Los otros cuentos fueron surgiendo a medida que hacía mi trabajo de rutina -ellos siempre interrumpen el trabajo que considero aburrido y es como un recreo para mí comenzar a escribirlos-, los cuatro últimos los tenía ya publicados en un libro que no tuvo mucha difusión, “La Pasión”. No puedo medir la cantidad de fantasía, creo que todos partimos de la realidad, de alguna historia escuchada por ahí, o de esa voz que nos dicta lo que está dentro de nuestra mente, muy escondido y que decide salir a la luz.

AÑO POSITIVO
–¿Reivindicás las cartas, el romanticismo,  Lita?
–Por supuesto que reivindico el romanticismo, como modo de amar y como movimiento literario. Soy romántica en el sentido de que me juego por lo que quiero, no procedo con medias tintas, nunca. No soy tibia. Y si, le voy a dar un uso romántico al dinero del premio porque pienso viajar con mi marido por ahí, pasear a la luz de la luna y bajo las estrellas.

–¿Qué te parece que le sedujo al jurado de tu obra?
–Aún no pude tener acceso a las consideraciones del jurado, pero algunas informaciones me aseguraron que fue el manejo del idioma y que les fue difícil elegir porque las otras obras, que obtuvieron menciones, eran también excelentes.
–¿Cuáles son tus proyectos?
–Publicar una novela que está terminada y debo editarla -sacarle los yuyos y hacerla más entretenida. Mi otro proyecto es terminar otra novela que hace años interrumpí, es la historia de una periodista sin trabajo, joven y en la miseria. Y si aparecen por ahí algunos cuentos, los escribiré, por supuesto.

–¿Cuál es tu balance del 2010?
–Quiero decir que este 2010 ha sido un año muy positivo para mí. En marzo, dos amigas mías Maricruz Méndez Vall y Alejandra Siquot me pidieron permiso para adaptar cinco cuentos míos del libro “Cuentos del 47 y de la dictadura”, para el teatro. Lo hicieron y publicaron un libro que se titula “Cuentos de desventura para escribirles otro final”. Por el momento, y con el apoyo del Fondec, la obra se ha representado en 10 colegios de la capital y del Área Metropolitana. Luego de la escenificación se hace un taller en el que participan los alumnos con preguntas, porque ellos no saben nada de la dictadura ni del 47. El año que viene, si Dios quiere y hay mucha “merde” irá a alguna sala comercial. Y como si todo esto fuera poco, otro cuento del mismo libro fue seleccionado para integrar una antología de autores paraguayos que se publicará en Cuba y será repartida de manera gratuita a los niños cubanos ¡Oye chica, seré famosa en Cuba! Qué chévere.

HOJA DE VIDA

Nombre: Lita.
Apellidos: Pérez Cáceres.
Fecha y lugar de nacimiento: 27 de octubre de 1940, en Asunción, Paraguay.
Profesión: periodista y escritora.
Obras publicadas: “María-Magdalena-María”, “Encaje secreto”, “Amalia al amanecer” en coautoría con Mario Halley Mora, “La pasión” y “Cuentos del 47 y de la dictadura”, entre otros.
Otras publicaciones: Sus cuentos y fragmentos de novelas aparecen en antologías nacionales e internacionales.