miércoles, 30 de diciembre de 2009

OJO CON ESTE EJEMPLO

Sergio Ramírez, que fuera vicepresidente de Nicaragua cuando Daniel Ortega era presidente, es también escritor y político. Revisando su blog encontre este material que reproduzco a continuación. Merece la pena leerse.

III. Un presidente para siempre
Por encima de las normas de la Constitución Política no puede haber nada, ninguna otra norma ni ninguna otra voluntad, se sigue enseñando en las escuelas de derecho, igual que en mis tiempos de estudiante. Pero tras este golpe de estado, queda claro que en Nicaragua, por encima de la Constitución, está ahora la voluntad de Ortega, ejecutada por sus serviciales magistrados en la Corte Suprema de Justicia. Esto quiere decir que la Constitución queda expuesta a ir siendo desmontada cada vez que alguno de sus artículos se oponga a la voluntad del presidente perpetuo que, de ahora en adelante, aparentemente tendremos.

Como Ortega no consiguió los votos suficientes en la Asamblea Nacional para reformar la Constitución y poder así reelegirse, como era su voluntad, recurrió al expediente ilógico, ilegal y arbitrario, de hacer que sus magistrados en la Corte Suprema anularan el artículo constitucional donde se hallaba escrito el impedimento. Por esa misma vía irán cayendo los otros que no se conformen con su voluntad de gobernar no sólo para siempre, sino con todos los poderes en un solo puño. Los hechos son los que ahora hablan.

En sus discursos, Ortega ha insistido, por ejemplo, en que la existencia en Nicaragua de diversos partidos políticos solamente trae discordia y enfrentamientos, y que por tanto, debía existir un solo partido, el suyo naturalmente. ¿Lo sabe la OEA y los países que la forman, comprometidos con la Carta Democrática que establece como uno de sus principios inalienables el pluralismo? Un día de tantos los artículos de la Constitución de Nicaragua que establecen el pluralismo pueden amanecer desaparecidos, y, a lo mejor, el solemne silencio con que ha sido recibida la supresión del artículo que prohíbe la reelección, va a repetirse.

¿No estaba ya advertido todo el mundo que Ortega se abriría, aunque fuera a la fuerza, las puertas de la reelección permanente? No hace mucho, en una entrevista para la cadena Al-Jazeera, le dijo al periodista David Frost que esperaba vivir hasta los 98 años, porque venía de una familia de longevos, para quedarse todo ese tiempo en la presidencia.

Ya se ve que si al presidente Zelaya le dieron un golpe de estado cuando sólo le faltaban pocos meses para completar su período, el golpe que el presidente Ortega ha dado a favor de sí mismo es mucho más ambicioso. Imaginen. Planea quedarse en el poder al menos hasta los 98 años de edad. De allí a la eternidad, sólo hay un paso.

jueves, 17 de diciembre de 2009

MEMORIAS - Todo sobre mi padre


Humberto Pérez Cáceres, mi padre, fue sin lugar a dudas, el padre del periodismo moderno en el Paraguay. Él había sido periodista por más de 20 años en Buenos Aires, trabajó en diversos diarios, como Democracia, Noticias Graficas, Pregón, en agencias noticiosas, en emisoras de radio, fue decano de la Facultad de Periodismo en Buenos Aires y Secretario General del Sindicato Nacional de Prensa, en la peor época, cuando los gorilas habían tomado el pdoer. No le faltaba precisamente experiencia periodística.
Al regresar a Paraguay vió que el diario más leído era practicamente un fósil, se trataba de la antigua Tribuna, en formato sábana y con la primera págna llena de cables. Desde ese momento, mi padre comenzó a soñar con cambiar el estilo pèriodístico en su país, que aún estaba sometido a moldes obsoletos y no informaba realmente.
Como soñar con intensidad a veces da frutos, eso se produjo en su caso. Fue citado para hablar con don Elías Saba, el fallecido comerciante y él le propuso, en nombre de sus socios, crear un nuevo diario. Los socios de don Elías Saba eran Aldo Zuccolillo y el Gral. Andrés Rodriguez. Luego de hablar con ellos el proyecto se puso en marcha. Debo aclarar que mi padre no tenía un centavo, nunca fue socio de esos empresarios, su aporte fue el de la creatividad y el del conocimiento o know how. Zucollillo era el principal capitalista y a él convenció Humberto de que el cambio debía ser radical, por lo que ambos viajaron a Uruguay donde se imprimía el primer diario en off-set de sudamérica. abc Color sería el segundo.
Aldo Zuccolillo puso el dinero, se compraron las máquinas, se contrató gente y se empezó a trabajar para crear un plantel de periodistas que se adaptaran a la nueva manera de redactar y de titular. Guillermo Ares, en un libro de su autoría, revela que mi padre lo llamó, que aceptó venir y que su principal lucha consistió en que los redactores hicieran los títulos como la nueva diagramación lo requería. Eran tan solo 2 líneas de 20. Guillermo Ares fue el mejor diagrmador en su tiempo y había sido alumno del paraguayo Guevara en un diario argentino.
La novel redacción trabajó un año antes de la aparición del primer ejemplar. Lo mismo sucedió con las máquinas, todo era nuevo para los veteranos imprenteros. El 8 de agosto salío el primer número de abc color. Primer diario en POaraguay en off-set y a todo color.
A partir de ese momento hubo desinteligencias entre mi podre y los Zuccollillo y él tuvo que renunciar, su dignidad no le permitía aceptar ciertas cosas.
Hoy, a 41 años de esa fecha, se hacen todos los esfuerzos posibles para borrar la memoria del aporte de mi padre en ese paso fundamental para la prensa paraguaya, pero todo se sabe y las nuevas generaciones, que estudian en la Facultad de Periodismo están informadas de la verdad.

lunes, 14 de diciembre de 2009

COMENTARIO LIBRO - ALCAESTO

ALCAESTO – de Irina Rafols

La novela de Irina Rafols llama la atención desde su título. Muy
pocos conocen el significado de la palabra Alcaesto. El lector queda curioso, tentado a satisfacer esa incógnita y, si lee la obra, tendrá no solo la respuesta, sino que conocerá un libro profundamente subversivo y esclarecedor. Comprobará que aunque los hechos narrados transcurran en 1492, en España, muy bien podría haber ocurrido en este siglo 21, porque la batalla entre el afán de conocimientos contra las mordazas y límites que pretenden imponer la mediocridad y la ignorancia, aún no ha concluido. En ese momento en Europa todavía reinaba el oscurantismo de la Edad Media, era la hora de los lobos, cuando la noche está más oscura pese a que el amanecer se aproxima, en este caso el amanecer es el Renacimiento.
Alcaesto es una sustancia física que, además tiene espíritu – dice el alquimista Kanamantis a su aprendiz Xeo. El Alcaesto era un elemento tan fundamental, que los alquimistas creían que Dios la utilizó para crear el mundo y la humanidad.
Toda la novela trata de esa incesante y peligrosa búsqueda para hallar esa piedra roja con espíritu, que es una metáfora de la existencia del hombre siempre acuciado por la necesidad de saber más, de correr detrás de lo imposible sin importar las consecuencias. Porque es parte de la responsabilidad de quien más sabe reparar lo que está mal en el mundo, sin esperar agradecimientos o reconocimientos, como enseña Kanamantis a Xeo. Y deberíamos congratularnos porque el devenir de la existencia humana haya sido y sea así, caso contrario todavía estaríamos en las ramas de los árboles como nuestros tan negados antecesores.
La historia está contada por Xeo, un joven desposeído de todo que cayó en las manos del alquimista necesitado de un criado y asistente. El mundo, que con un estilo austero describe Irina, es el que se ve con los ojos de Xeo, muchacho ignorante pero muy curioso, analfabeto pero ávido por aprender, carente de afectos y muy ansioso por tenerlos.
Alcaesto no es una novela gótica o de caballería, aunque en ella hay aventuras, poderosos y débiles, héroes y damas en peligro, hijos que buscan padres perdidos y padres que han perdido hijos, nobles caballeros y castillos. Esta es una obra que apunta a algo más profundo, es un símil de la vida misma y cuando el maestro Kanamantis enseña a su criado también enseña a los lectores, los hace pensar.
Son muchas las dificultades que sufre Kanamantis, alquimista y judío, en una España que acababa de vencer a los moros y de expulsarlos de sus territorios, una España que no aceptaba doctrinas religiosas extrañas en sus dominios y cuyos monarcas veían peligro en los extranjeros. El alquimista sufre persecución de parte del brazo armado de la Iglesia: la Inquisición.
Para comprender la magnitud del poderío eclesial dice la autora en una página “Todo lo bello de la época estaba en las manifestaciones del poder. Nunca podría estar escondido entre los rasgos de la miseria. La belleza de la iglesia gótica de San Mateo, que intentaba alcanzar a Dios en su material elevación, era la pauta. El gran imperio marcaba el valor de todas las cosas y no era discutible”. El Santo Oficio era entonces como el Gran Hermano de hoy día, controlaba absolutamente todos los actos humanos y si los consideraba una herejía, quienes la cometían eran condenados a muerte en la hoguera o en la horca. Siempre fue peligroso el conocimiento para el inmenso poder que había adquirido la Iglesia ya en ese entonces.
Fernando e Isabel la Católica expulsaron a los judíos, también se apoderaron de sus pertenencias y edificaron iglesias sobre las ruinas de las sinagogas.
Alcaesto es una novela subversiva porque muestra el lugar que ocupaba la mujer en ese siglo, cuando ellas aún no tenían conciencia de su valía. Un ejemplo es la opinión de Maida –criada de Kanamantis- cuando ella descubre que el maestro está enseñando a escribir a su propia hija, exclama: “Es un monstruo, está metiéndole pensamientos en la cabeza” ¡Qué cosa tan terrible! La cabeza de las mujeres debía permanecer vacía, ¡cuanto más vacía mejor!
Rafols escribe diálogos fluidos, con tintes humorísticos, su prosa es diáfana y el placer de la lectura discurre sin tropiezos. La riqueza emocional del personaje narrador, Xeo, es por momentos, conmovedora. La autora captó muy bien el tono y el vocabulario de un joven de esa época y de la posición de Xeo, con su carencia de cultura y de roce. En el devenir de la narración el lenguaje del aprendiz sufre cambios y su manera de ver el mundo también muda. Él, que en un momento se quejó de estar embriagado con el cáliz de las palabras, las va comprendiendo y va creciendo en sabiduría y experiencia.
Quiero concluir con un mensaje positivo, cuando Xeo pregunta que
diferencia hay entre la poesía y la ciencia, su maestro le dice que “La ciencia dice como es el mundo y la poesía cómo desearía que fuera”. Hoy, los alquimistas se llaman de otra manera pero siguen bregando para hacer realidad el mundo de la poesía.

martes, 1 de diciembre de 2009

COMENTARIO LIBRO - EL INVIERNO DE GUNTER

EL INVIERNO DE GUNTER
De Juan Manuel Marcos


Realmente el libro tendría que llamarse El espejo de Gunter porque Juan Manuel Marcos, su autor, nos enfrenta con el verdadero rostro que teníamos en aquellos años, los de la juventud idealista y activa que soñaba con vencer dictaduras y defenestrar tiranos. Hace 22 años los jóvenes despertaban con sus conciencias nítidas y se aprestaban a marchar, decididos a vencer todos los obstáculos. Razones tenían, en el sur del sur, las cosas no estaban bien y a eso se refiere el autor cuando relata la prisión de Soledad y hace escapar a través de las rejas los poemas que ella escribe porque nadie, hasta ahora, pudo aprisionar los pensamientos. Ya lo dijo otro personaje mencionado en la novela, Sarmiento, el protoyanqui.
Después de Yo El Supremo ésta es la novela más compleja y más trabajada de la literatura paraguaya y ese trabajo de orfebrería la catapulta a primer plano. Quienes la premiaron como el Libro del Año, cuando se presentó, hace más de dos décadas, vencieron la cobardía porque la obra cuya acción transcurre en Corrientes olía demasiado a ilex paraguayensis. También es posible que ninguno entre los represores se haya dedicado a leerla como merece: con respeto, con toda la atención, con las antenas más sensibles que nunca. No se puede comprender a cabalidad El Invierno… con la sola ayuda de la intuición. Es necesario tener la luz que brindan muchas lecturas anteriores para paladearla, para sonreír cuando encontramos a Juan Manuel agazapado detrás de algunos giros, oculto en algunas oraciones que son como guiños para los iniciados.
La novela se desarrolla siguiendo un plan que el autor trazó desde el principio, desde la génesis de su historia, pero como hijo del cine, del cómic, de Bajtin, como heredero del surrealismo sangriento de una guerra que hasta hoy se discute, como admirador ¿detractor? de López, Marcos juega con la edición de este filme hecho con palabras, ideas, sensaciones, paisajes y mucha pasión. Por eso, como el dueño de un circo anuncia el número prodigioso que tiene en esa carpa cerrada, invita al lector a recorrer las páginas llenas de sorpresas y de trampas, de retruécanos, de banquetes adonde confluyen convidados de todos los tiempos.
Entre las sorpresas que ofrece El invierno… nombraré una: el incauto lector se encuentra visualizando una mujer sentada en un parque cuando la poesía toma por asalto la página y el lector levita, a tal punto llega el milagro de las palabras. No importa si son suyas o si Marcos las tomó prestadas, así como lo haría cualquiera cuyo corazón se abra al torrente de sentimientos y sensaciones.
Un juego en el que todos participan son las adivinanzas ¿Quién está pensando Elisa Alicia Lynch o Eliza Lynch? ¿El bibliotecario vietnamita es un homenaje a Renée?
Así desfilan, alternadamente en el vasto prado del libro, el Cnel. Alejandrino (¿Eugenio?), Livio Abramo y otros que parecen ser viejos conocidos. También, como en una dosificada receta hay mucha poesía – verdaderos remansos- contrastando con páginas esperpénticas. Son todas las voces del cielo y del infierno pugnando por entrar, ellas también, a escena.
Los juegos de palabras tienen la belleza de los fuegos de artificio y en el artesanal encaje de la trama los aguijones del pasado son persistentes, recurrentes. Hasta Mangoré aparece, sonoro y silente a la vez.
En el párrafo final, cuando ya el río de la inspiración ha vuelto a su madre y corre ordenado por el curso trazado hace siglos, como un último regalo, el autor nos deja la esperanza de ver florecido el lapacho turquesa que ha plantado Eliza esperando que le salgan alas.