jueves, 14 de octubre de 2010

COMENTARIO DE LIBRO

FANTASMAS PEREGRINOS – Victorio Suárez – Editorial Servilibro
– 2010.

Hace ya un tiempo que Victorio Suárez viene experimentando una nueva manera de contar cuentos. Esa modalidad que eligió exige mucho más del lector, ya no se trata de esperar un final inesperado y un chisporroteo de palabras encadenadas, no. En este tipo de narraciones, casi oníricas, Suárez nos obliga a penetrar en sus laberintos, para no sentirse tan solo.
Hablemos primero de lo difícil, de los relatos que piden mayor atención y más acompañamiento. Ellos describen escenas en un soliloquio de la memoria, una memoria sin sustancia, como si ella pudiera existir fuera de un cuerpo. En esos cuentos hay paisajes diferentes, con puertos y peces escamosos, hay neblina y viento sur, zaguanes – refugios, hoteles con cuartos que conservan huellas de relaciones pecaminosas, olores culpables. El lector debe hallar el hilo conductor, debe deslizarse pegado a las paredes de habitaciones grises, sin esperanzas de redención. Tiene que arrastrar rencores, ser solidario con esas voces que sufren. No teman, todo es bello, con la hermosura de la corrupción de los recuerdos macerados en agua de lluvia.
Pero, de pronto, como surgiendo en un amanecer venturoso, Victorio regresa a la realidad de su patria y su vena de poeta sensual se regodea con el río que brama muy cerca de Varadero, ese rincón de la ciudad, en el país y en el mundo, que canta al sol su himno de ropas tendidas al viento. El autor cuenta como un cronista muy involucrado, la vida de los que decidieron vivir allí, sobre la tierra roja, al borde las barrancas, gozar de noches de bohemia en burdeles sencillos y peligrosos. Un barrio tan inspirador como las nalgas broncíneas de la negra Tumba Sulunga que se tiraba al río cada tarde para ser la gloriosa nereida de Varadero.
Un libro con tal dicotomía, al precio de uno, nadie se lo puede perder.

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