Hoy, que las veo desde la ventana de mi dormitorio, compruebo que aún siguen allí. Cuelgan trémulas de las ramas del mirto, casi oculto por la gran copa del laurel de España, están escondidas también por la parralera que crece como si nunca tuviera que sobrevenir el fín.
El mirto de mi casa tiene una historia de tesón y voluntad. Antes que nada debo explicar que es una de las plantas sagradas que viven en el jardín y cuidan de mi vida, del oxígeno que respiramos los habitanes de esta vivienda y que da belleza y perfume cada vez que florece, que son muchs veces al año.
Cuando la compré, era un arbustito de apens 20 0 25 centímetros y mi marchante me dijo que se llamaba Jazmín australasiano. Era la primera vez que escuchaba un nombre tan raro pero, como me gustarón el color y el brillo de las hojitas se lo compré y lo dejé en el patío donde todavía abundaba el sol. Pasó un año, dos, tres y hasta cino añós y seguía allí, quizás con unos pocos centímetros más, no me daba muchas esperanzas de que progresara. Pero como no se secaba tuve pena de expulsarlo. De pronto se estiró y un tronco grueso se fue formando, con ramificaciones laterales. La primera vez que floreció me asombró el aroma intenso y embriagador de sus flores, era como demasiado sensual. Pasaron dos o tres días y a su alrededor se formó una alfombra de pétalos que caían de sus flores en racimos, alfombra recorrida por hormigas gozozas porque sospecho que esos pétalos son dulces. Indefectiblemente, luego de su estallido en belleza y en perfume, venía una tormenta tropical muy fuerte que nos hacía olvidar de la hermosura efimera del mirto.
Ahora es un árbol de unos 5 metros, da sombra y sus delicadas flores blancas me miran,adornando el panorama verde que agradezco poder ver cada mañana.
Sé que lloverá, no me preocupa la sequía porque el mirto no falla, además de ser mi amigo es meteorólgo.
No soy muy creyente pero el mirto y los otros árboles de mi jardín me reconcilian con la idea de que un Dios generoso vela por todos y nos da respiro, esperanzas y fuerzas para continuar la lucha que emprendimos el día de nuestro nacimiento. Gracias mirto bello, que serviste de corona a los gloriosos y victoriosos generales del ejército romano. Gracias por tus encantos tan leves y tan efectivos.
domingo, 1 de noviembre de 2009
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1 comentario:
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