sábado, 29 de mayo de 2010

EN MEMORIA DE OSCAR FERREIRO




El 20 de julio se cumplirá otro aniversario más del nacimiento de Oscar Ferreiro, poeta. El de poeta, era el título que ostentaba con más orgullo. Y en su vida fecunda de versos, hijos, amores y luchas por la libertad, empuñó el verbo con la misma energía con que manejaba el teodolito para tomar las medidas de su patria, el ancho y el largo de su tierra roja y apasionada.
Nacido en la ribereña ciudad de Pilar, su patria chica que añoró tanto y en la que deseó descansar para siempre, Oscar Ferreiro honró también sus raíces vacas y bautizó a su casa en San Lorenzo con el apellido de sus antepasados Etche Mendiondo.
Quienes tuvimos la fortuna de conocerlo lo recordamos como un charlista brillante, ocupado y preocupado por los temas sociales porque Oscar fue un idealista, siempre actuó impulsado por el sueño de ver una América libre de yugos imperialistas.
Lector insaciable, Oscar conocía estadísticas y palpaba realidades que, muchas veces las contradecían. Como un incansable caminador fue hallando en sus andanzas vestigios de civilizaciones indígenas que poblaron el Paraguay antes de la llegada de los españoles y él se dedicó a preservar esas pruebas palpables de la vida que llevaban nuestros ancestros.
Oscar era muy curioso y experto en artes varias que tanto podían referirse a las altas matemáticas como a ciencias más pedestres y comunes, como la quiromancia, por ejemplo. Ferreiro investigaba el pasado y avizoraba el futuro, juzgaba y condenaba a quienes mantenían a Paraguay en un estado de postración y miseria y no desperdiciaba ocasión para hacer conocer sus ideas, ya fuera una tertulia o la presentación de un poemario.
Como poeta su producción fue muy cuidada y breve, los críticos le pedían que publicara más, pero él había preferido dar a conocer solo lo que consideraba de calidad y no se preocupaba por la cantidad. Los oficios terrestres demandaban mucho tiempo de su vida y la poesía se portaba como una novia esquiva a quien podía frecuentar solo de tanto en tanto, pero cuando lo hacía saltaban chispas de esa relación y el humilde trabajador de las letras se convertía en un excelente poeta surrealista.
Su tiempo de vida se ha cumplido y desde hace unos años hemos comenzado a extrañarlo y a recordarlo cada vez que un San Juan se festeja en la Chacarita o el gallo de una alquería lanza su saludo, llamándolo todas las mañanas.

Lita Pérez Cáceres
www.plumaypalabras.com.py Julio de 2007

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